Por Albert Sales //

Sin duda, las calles son más peligrosas cuantas más personas se vean obligadas a pasar la noche al raso. Pero, a pesar de la desconfianza que las personas sin techo generan entre sus conciudadanos, son ellas mismas las que experimentan los peligros de la calle en su propio cuerpo. Quienes muy a menudo se convierten en blanco de las miradas de temor y desaprobación de la ciudadanía de bien son las víctimas de la violencia urbana, nocturna y oculta, que no suele ocupar portadas en los periódicos porque afecta a los invisibles e intocables de nuestras aceleradas ciudades.

La primera noche que tuve que dormir en la calle no me estiré. Me pasé toda la noche sentada en un banco. Por aquí, cerca de la estación. Dormí muy poco… pero en una de las cabezadas alguien aprovechó para robarme el móvil y el monedero en el que llevaba todo mi dinero. No me dí cuenta hasta entrada la mañana.

M. S. 63 años. Entrevista realizada en la Estación de Sants de Barcelona el 21 de diciembre de 2013

No se realiza ningún seguimiento sobre la victimización de las personas sin techo. Tan sólo sabemos que en la encuesta realizada por el INE a personas sin hogar atendidas en recursos de alojamiento en España, un 51% manifestó haber sido víctima de algún delito. Un dato vago e impreciso que nos permite intuir la punta de un gran iceberg. Difícilmente obtendremos información a partir de los delitos conocidos por la policía.  Cuando una persona que lleva tiempo durmiendo en un parque le roban alguna de sus posesiones no corre a la comisaria más cercana a poner una denuncia. Tampoco acude a la policía si es increpada, si un borracho le orina encima durante la madrugada, o si alguien le arrea una patada al pasar, aunque se trate de situaciones recurrentes y habituales.

Durante el día estoy por aquí pero paso la noche más pa’arriba. Aquí hay demasiados turistas borrachos. Nunca me han hecho nada… Pero cuando pasan en grupo da miedo. Bueno, no me han pegado ni nada, pero alguna vez me han tirado cerveza por encima…

J. T. 39 años. Entrevista realizada en Carrer Hospital de Barcelona el 11 de marzo de 2014 

La aporofobia, el odio a «los pobres», se manifiesta en diferentes formas e intensidades y, al carecer sus víctimas de una tutela efectiva de sus derechos, casi nunca recibe respuesta. Hace unos meses, las agresiones cuya motivación es una discriminación por razón económica, pasaron a engrosar la lista de los delitos de odio del Ministerio del Interior aunque la dificultad para contabilizarlos estriba en la ausencia de denuncias. Trascienden los casos más extremos como el de Rafael Santamaría, el hombre de 35 años que fue brutalmente apaleado por un grupo de neonazis en 2009 en Madrid cuando dormía en un fotomatón en Madrid.

Otro caso extremo, el del asesinato de Rosario, que murió quemada viva por unos adolescententes en un cajero automático de Barcelona en 2006, llevó al Centre d’Acollida Assís y a RAIS Fundación a realizar un recuento de las muertes de personas sin techo en España. Ante la ausencia de datos oficiales, se utilizan las noticias aparecidas en prensa como fuente principal de este recuento. Desde principios de 2006 hasta noviembre de 2012, se contabilizaron en las ciudades españolas 473 muertes, de las que sólo una cuarta parte pueden considerarse naturales. Un 14% fueron causadas por pequeños incendios al descontrolarse las hogueras utilizadas para calentarse, un 8% de las muertes fueron por hipotermia, un 2% se produjeron al ser vaciado el contenedor donde dormían en el camión de la basura… Y un 27% murieron como resultado de una agresión.

15609889595_81351718e2_kCon demasiada frecuencia, estas muertes se saldan con una breve columna en la sección de sucesos que describe los hechos como «reyerta entre indigentes». No hace falta más. Al fin y al cabo, imaginar que las personas que viven en la calle son conflictivas y violentas y que eso las lleva a matarse entre ellas encaja en nuestro imaginario y se adapta cuidadosamente a nuestros prejuicios. Mientras los «sin techo» se encuentren en una categoría social distinta a la nuestra, no sentimos el imperativo moral de responsabilizarnos de su situación y nos creemos a salvo de las formas más graves de exclusión social.

Más información: 

Ruiz, Jesús. 2006. Violencia directa, cultural y estructural contra las personas sin hogar en España. Fundació Mambre. https://www.raisfundacion.org/es/informate/publicaciones/informe-violencia-directa-estructural-y-cultural-contra-los-sin-hogar

Hatento! Observatorio de los delitos de odio contra las personas sin hogar. http://hatento.org/los-delitos-odio-contra-las-personas-sin-hogar/

infografia_hatento-385x1024