// por Albert Sales //

El domingo 14 de mayo, El Periódico de Catalunya publicaba una entrevista en la que se recogía una colección de tópicos sobre las personas sin techo que podría llegar ser insultante si no fuera porque los reproducía una persona sin techo. La periodista entrevistaba a un hombre de 49 años, originario del Reino Unido, que ha vivido en la calle y que hoy reside en un albergue de la ciudad de Barcelona mientras “se labra un futuro” convirtiéndose en “emprendedor”. Concretamente, el entrevistado se dedica a dar clases de inglés.

Sin duda, la historia tiene su interés. Es ilustrativa de lo que ocurre hoy en los centros residenciales en los que se atiende a personas sin techo y sin hogar. Cada vez más gente con empleo o con ingresos procedentes de pensiones o de prestaciones sociales ven cómo su estancia en estos centros se prolonga indefinidamente a causa del coste de la vivienda y de las habitaciones de alquiler. No es un problema nuevo – el acceso a la vivienda se ha ido complicando para sectores cada vez más amplios de la población durante las últimas tres décadas – pero se ha agravado a pasos agigantados en los últimos tres años. Sin embargo, lejos de plantear un problema estructural, entrevistadora y entrevistado dedican la página a proponer la superación personal y la fuerza de voluntad como “solución” al sinhogarismo.

Ya en la entradilla, la periodista afirma del entrevistado “No tiene pinta ni mentalidad de ‘sin techo’. Pasó por Esade, semillero de altos ejecutivos, para explicar su filosofía”. Dice de él que tiene una fuerza mental sin fisuras. Cuando le pregunta si no le da rabia estar frente a un auditorio de personas holgadas de dinero, él contesta “Yo le doy la vuelta a la idea de que cuando los ricos son más ricos, los pobres son más pobres. Estoy convencido de que los que creen en el éxito tienen más éxito y los que no creen, no lo tienen”. Afirma el entrevistado que nunca ha tenido pinta de “homeless” y que en lugar de pedir limosna iba a la biblioteca a escuchar audiolibros como “Piense y hágase rico”.

Las historias de superación personal pueden ser altamente inspiradoras, especialmente cuando se utilizan para romper estereotipos. Mostrar cómo una persona que lo ha perdido todo encuentra su camino para lograr el éxito personal, sea lo que sea eso del éxito, es muy atractivo para cualquier periodista y siempre va a haber lectores dispuestos a consumir optimismo. Pero en este caso, los estereotipos se refuerzan cuando la entrevistadora afirma “Es una rareza entre los ‘sin techo’” y el entrevistado habla del conformismo, del alcoholismo o del estilo de vida del resto de la gente de la calle.

El periódico en cuestión actúa una vez más como reproductor de los tópicos sobre las personas que sufren la pobreza extrema, avalado por el hecho que el entrevistado es una persona sin hogar, pero ¿cuál es la mentalidad de «los sin techo» a la que se refieren? Pensar que existe una mentalidad de persona sin hogar es desconocer absolutamente lo que ocurre en las calles, en los albergues y en los centros residenciales. En Barcelona 2000 personas duermen cada noche en estos recursos y, según datos de 2015, el 11% tienen un contrato laboral. Muchos otras van encadenando pequeños trabajos irregulares. De hecho el entrevistado es uno más de ellos; a pesar de tener ingresos de su trabajo, sigue viviendo en un centro.

El mercado de la vivienda, el mercado laboral, un sistema de protección social deficiente, y unas leyes de extranjería que reducen a las personas a mano de obra de usar y tirar, son los factores que envían a la gente a dormir en parques y cajeros y que impiden la recuperación. A pesar de todo, con o sin ayuda de servicios sociales y ONG hay gente que sale del infierno personal del sinhogarismo. Cada uno, cada una, manteniendo su lucha cotidiana. Y se puede hablar de sus historias sin reproducir tópicos culpabilizadores.

Del entrevistado resultaría interesante saber, más allá de la anécdota de una conferencia en ESADE, cómo va a seguir su lucha hasta acceder a una vivienda estable. Personas con voluntad de acero en la calle las hay a miles. Lo que tienen en común estas personas no es una mentalidad, es que no tienen acceso a la vivienda. Las personas sin techo, cualquiera que sea su “mentalidad” tienen derechos. El primero de ellos a ser respetadas y a no ser pre-juzgadas por su situación de pobreza.

El discurso de la superación personal, de los emprendedores y del éxito individual, es la antítesis del empoderamiento y del respeto por las circunstancias vitales de las personas. Buena parte de las personas que están en la calle y de las que reciben apoyo de entidades sociales han “salido de la calle” en repetidas ocasiones. Encontrando un empleo, gracias al apoyo de familiares y amigos, con la ayuda de organizaciones, han llegado a alquilar una vivienda, o una habitación, antes de recaer. Muy a menudo por causas ajenas a su voluntad personal. Una enfermedad, un accidente incapacitante, un transtorno mental, pueden llevar a perder la vivienda con mucha facilidad a alguien con unas redes familiares y sociales de apoyo frágiles. Empoderar, inspirar, impulsar soluciones, requiere romper los estigmas, explicar que las personas que duermen en la calle son la expresión más dura de la exclusión de la vivienda y de problemas estructurales, promover iniciativas que generen solidaridades en las ciudades y que contribuyan a que las personas reconstruyan sus vínculos sociales.

La entrevista en cuestión puede ser muy inspiradora para los ejecutivos de ESADE que escuchaban al entrevistado… pero humillante e insultante para las personas que llevan años luchando para sobrevivir tras quedarse en la calle.