Por Albert Sales //

En los últimos años, el gobierno de España ha sido el impulsor de una nueva vuelta de tuerca punitiva. Con el nuevo Código Penal la Ley de Protección de la Seguridad Ciudadana a punto de ser aprobada, se ha armado con el discurso del populismo punitivo para realizar propuestas que poco tienen que ver con la seguridad ciudadana o con el control de la criminalidad y mucho con la represión de la protesta y el control de la marginalidad. A pesar de la insistencia con que se nos intenta persuadir de que estamos rodeados de peligrosos delincuentes dispuestos a todo, no existe evidencia empírica alguna que justifique la creciente sensación de inseguridad ciudadana de la que se aprovechan los decisores políticos. Por muy mal cuerpo que le quede a la ciudadana o al ciudadano medio después de ver CallejerosPolicías en acción o el mismísimo Telediario, una cosa es la capacidad de los medios para buscar y encontrar las situaciones más escabrosas en busca de la audiencia, y otra muy distinta es medir la delincuencia de forma objetiva.

grc3a0fic_4Hay un elevado consenso en la sociología y la criminología en considerar las encuestas de victimización, con todos sus defectos, las mejores herramientas para valorar la evolución de la comisión de delitos y de su impacto sobre la ciudadanía. Los datos más fiables y valiosos con que se cuenta proceden de las dos participaciones de España en la International Crime and Victimisation Survey (ICVS), en 1989 y en 2005, y de la encuesta realizada en 2009 por el Observatorio de la Delincuencia (ODA) del Instituto andaluz Interuniversitario de Criminología. A partir de la escasa información disponible no sólo no se puede inferir un incremento de la delincuencia, sino que se observa un retroceso en la victimización en casi todas las formas de delito. Mientras que en 1989, el 47,2% de la ciudadanía (con un margen de error del 2,5% para un nivel de confianza del 95,5%) había sido víctima de algún delito en los 5 años anteriores a la realización de la encuesta, en 2005 la proporción se había reducido el 42,7% y en 2009 al 38,7% (con un margen de error del 2,62% para un nivel de confianza del 95,5%). Tanto los robos de coches, como los de objetos en el interior de los vehículos, los robos en viviendas, las agresiones sexuales, o las agresiones físicas, han reducido sus tasas de victimización. También se han reducido los robos con violencia e intimidación que tienen un gran impacto en la sensación de seguridad de la ciudadanía. De una tasa del 9,2% en 1989 se ha pasado a un 5,6% en 2009.

¿Y por qué no tenemos datos más recientes? Porque a pesar de que el Instituto Nacional de Estadística anunció que estaba trabajando en su propia encuesta de victimización a finales de 2008, el proyecto no ha llegado a desarrollarse. Tanta preocupación por la seguridad ciudadana no se ha traducido en herramientas de conocimiento de la realidad que permitan legislar o desarrollar políticas públicas.

Endurecer las leyes no tiene como objetivo luchar contra ninguna plaga de delincuencia. A pesar de la falta de evidencias empíricas que indiquen un incremento de la criminalidad, la recurrente entrada del tema de la inseguridad ciudadana en el discurso político denota una utilización del miedo al delito como herramienta para conseguir réditos electorales. Ante la imposibilidad de dar solución a las inseguridades derivadas de la precarización del mercado laboral y el creciente individualismo social, se problematizan fenómenos sociales que, de entrada, no deberían generar inseguridad, para centrar el debate público en asuntos que ofrezcan la posibilidad de ser resueltos con más “mano dura” contra las capas de la ciudadanía más próximas a la marginalidad.

Referencias bibliográficas: 

García España, E. et al. 2010. «Evolución de la delincuencia en España: Análisis longitudinal con encuestas de victimización». Revista Española de Investigaciones Criminológicas. Artículo 2. Número 8. http://www.criminologia.net/pdf/reic/ano8-2010/a82010art2.pdf

Pérez, A. I. y Benito, D. 2013. «Estudio de los instrumentos existentes para medir la delincuencia». Revista Electrónica de Ciencia Penal y Criminología. 15-8.  http://criminet.ugr.es/recpc/15/recpc15-08.pdf