// Por Albert Sales //
En el entorno angloparlante se habla de homlessness para describir la situación de estar sin hogar. Ya hace tiempo que entidades, activistas y académicas optamos por utilizar el término sinhogarismo para referirnos a las formas más graves de negación del derecho a una vivienda digna.
Tradicionalmente se ha considerado que «los sin techo» o «los sin hogar» eran un colectivo con características propias (enfermedad mental, alcoholismo, drogodependencias, estilo de vida no adaptado). Todo ello clasificando las personas que viven una situación en una categoría muy cercana a la desviación social.
Referirse a la situación, el sinhogarismo, en lugar de hablar de las personas sin hogar supone reforzar discursivamente que no son ningún grupo o colectivo. Lo único que tienen en común las personas sin hogar es su exclusión residencial.
Por otra parte, si se utiliza exclusión residencial para describir la situación, se suele centrar el debate en los desahucios sin tener en cuenta a quien nunca a llegado a tener una vivienda oa quien duerme al raso cada noche.
La palabra es una opción académica pero también política. Planteémonos la diferencia entre poner en marcha un «Plan de Atención a las Personas Sin Hogar» o un «Plan de lucha contra el sinhogarismo».